Karitte Alegría es la Coordinadora de proyectos deportivos vinculados a la salud y el bienestar en Getxo Kirolak. Le corresponde a ella dar el enfoque de un parque saludable desde el punto de vista técnico.
En el diseño del nuevo parque deportivo de Fadura, el enfoque a la salud debe estar asegurado.
Las razones no son las que pueden parecer a simple vista, es decir, ser un parque destinado a menesteres deportivos no es suficiente para ser un porque saludable, aunque, sin duda, esto ayuda, y mucho.
Actualmente, sabemos que cualquier rediseño urbanístico tiene una incidencia clave en la salud, principalmente si entendemos la salud en su sentido más amplio como «un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedad o dolencia» (Constitución de 1946 de la OMS).
La salud, por tanto, no depende solo de cada persona, de su herencia genética y de sus hábitos personales, sino que viene determinada, en gran medida, por sus condiciones sociales.La Organización Mundial de la Salud ha llamado a estas condiciones “factores determinantes sociales de la salud”.
Tal y como se recoge en el Cuaderno de Trabajo Nº 17 de Udalsarea: Salud y Desarrollo Urbano Sostenible (1): “los determinantes sociales de la salud se definen como las condiciones sociales en las que las personas nacen, viven y se relacionan, condiciones en las que transcurre la vida y que impactan sobre la salud de las personas y/o de la comunidad”. Estos pueden ser el lugar donde vivimos, el nivel educativo, las relaciones sociales, el tipo de trabajo que desempeñamos, el nivel de ingresos, el acceso a los servicios, las políticas económicas, culturales y medioambientales, entre otros.
En el mismo documento se recoge que la contribución a la salud del sistema sanitario es de un 25%, mientras que el ambiente social y económico en que las personas viven y trabajan contribuye aproximadamente un 50%. Por tanto, el peso relativo que ejercen en la salud los determinantes es mucho mayor que el peso del propio sistema sanitario.
El lugar en el que vivimos determina claramente nuestra salud. Las ciudades y pueblos se encuentran mediatizados por el urbanismo que puede limitar o favorecer el contacto entre las personas, la forma de desplazarnos y, en definitiva, que un lugar sea o no saludable.
La revisión estratégica de las desigualdades en salud en Inglaterra, llevada a cabo por la Oficina Regional para Europa de la Organización Mundial de la Salud, evidenció la relación entre ordenación del territorio, entorno construido, salud y desigualdades en salud. La revisión demostró que la planificación urbanística tiene influencia en la alimentación, la actividad física, la vivienda, el empleo, el transporte y las conexiones urbanas, los espacios públicos abiertos, la infraestructura social, la cohesión y conectividad social, el medioambiente, etc. y, todos ellos, influyen en la salud.
La Revisión Marmot también ha facilitado el desarrollo y adaptación de herramientas que analizan los impactos en la salud que tienen los proyectos el urbanísticos con el fin de introducir modificaciones en los mismos o plantear alternativas que maximicen los efectos positivos en la salud y eliminen o mitiguen los negativos. En concreto, recomienda tres líneas principales de acción para asegurar que el entorno construido promueve la salud y reduce las desigualdades de la población a nivel local:
Línea 1: Priorizar políticas e intervenciones que reduzcan las desigualdades en salud y mitiguen el cambio climático a través de fomentar los desplazamientos activos, mejorar la calidad de los espacios «verdes» y abiertos, mejorar la calidad de los alimentos a nivel local y la eficiencia energética de las infraestructuras.
Línea 2: Integrar plenamente la planificación, el transporte, la vivienda, el medio ambiente y los sistemas de salud para el abordaje de los determinantes sociales de la salud.
Línea 3: Desarrollar programas locales y actuaciones basadas en evidencias que favorezcan la creación de redes sociales y la participación y acción de la comunidad.
Por primera vez en la historia, más del 50% de la población mundial vive en zonas urbanas, y para 2050 seremos el 70% de la población mundial. La rapidez y la magnitud del proceso de urbanización conlleva enormes desafíos como, por ejemplo, desarrollar sistemas de transporte bien conectados y otro tipo de infraestructura, servicios básicos, empleos y soluciones para cambio climático.
La regeneración de Fadura es una oportunidad para hacer frente a muchos de estos retos a nivel local. Si queremos lograrlo, debemos ser capaces de conseguir un alto nivel de coordinación y participación ciudadana.
Tal y como refieren en Ciudades Colaborativas: Ciudades más humanas y sostenibles: “Si el objetivo último de las ciudades es asegurar el progreso sostenible y hacer que la ciudadanía sea feliz y las personas se sientan realizadas, tienen que adoptar y desarrollar herramientas que aprovechen sus habilidades y conocimientos. Para ello, es necesario redefinir las ciudades inteligentes como ciudades inteligentes centradas en las personas. Que la ciudad sea «inteligente» es, sin duda, necesario pero no resulta suficiente”.
El científico humanista Carlos Moreno sostenía recientemente en una conferencia que «el siglo XIX fue de los imperios, el siglo XX de los estados y éste será de las ciudades». Pero no precisamente de las ciudades que conocemos y habitamos hoy, sino de las que seamos capaces de replantear, rediseñar y reconstruir.
«Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles» es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.
Y lograr que Fadura sea un parque saludable debe ser un objetivo a lograr con la participación de toda la ciudadanía de Getxo.
Un comentario en «Fadura, un parque que impacta en la salud»
Me ha parecido interesante y ma parece estupendo que se preocupen de nuestro bienestar y nivel de vida.
Getxo es un buen municipio para vivir.
Gracias